El Escarabajo vuela porque no sabe que puede

El abejorro, está comprobado aerodinámicamente que no puede volar por su peso, tamaño, y cuerpo, sólo que ÉL NO LO SABE”
Según una teoría de aerodinámica, demostrada en pruebas realizadas en el túnel de viento, el abejorro es incapaz de volar. Debido al tamaño, peso y forma de su cuerpo en relación con la envergadura de las alas desplegadas, el volar es científicamente imposible para él. Pero también es una realidad que el abejorro no sabe acerca de estas teorías y pruebas, ni siquiera sabe que según esas teorías el no puede volar. El sólo vuela, desafiando día a día esta teoría, siendo feliz con su capacidad de volar.
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Si recapitulamos, al igual que ocurría con la ranita sorda, que al no escuchar a sus compañeras, no se “autorestringió”. Menos mal que el abejorro no sabe nada de aerodinámica, porque si no se quedaría pensando y diciendo “yo realmente no tengo condiciones para volar”.
Y es que la diferencia entre conseguir algo y no conseguirlo muchas veces es solamente intentarlo, es decir, hacer. Racionalizar a veces sólo consiste en autolimitarnos, en darnos autoinstrucciones sobre lo que podemos o no hacer.
No importa cuántas leyes existan que digan o demuestren que no es posible hacer algo, estas leyes o reglas están escritas basado en lo que se sabe hasta ahora y desafiar el estado de las cosas es parte de lo que las mentes brillantes hacen cada día, desafiar nuestro presente para hacer un mejor futuro.
¿Quien dice que no podemos conseguir lo que nos propongamos? Seguramente habrá que obviar todos los “tu no puedes”, “eso es imposible”, “es demasiado difícil”, “no lo podrás conseguir”… Y emprender el vuelo cada día, como hace el abejorro.

“Para que pueda surgir lo posible es preciso intentar una y otra vez lo imposible.” 

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